domingo, 6 de enero de 2008

“La Isla de Cristal”: el edificio más grande del mundo se construirá en Moscú





La línea de rascacielos de Moscú pronto contará con un nuevo edificio que atraerá todas las miradas: la Isla de Cristal, que cuando se complete, será el edificio más grande del mundo. Esta “ciudad dentro de un edificio” diseñada por Norman Foster, cuya base ocupará dos millones y medio de metros cuadrados, tendrá la forma de una montaña que se eleva hacia el cielo en espiral, y su construcción (programada para iniciarse dentro de 5 años) costará 4.000 millones de dólares.





La Isla de Cristal será el segundo proyecto faraónico de Lord Foster en la capital de Rusia, y el tercero de sus edificios con aspecto de volcán (hablamos de dos edificios montañosos que se construirán en Astana, Kazajistán). Aunque mucha gente llama a este diseño el “Árbol de Navidad” de Moscú, nosotros no podemos dejar de asociarlo al utópico (y también bastante volcánico) diseño del X-Seed 4000 para Tokyo. Sin embargo, y al contrario que con aquel proyecto imposible, Foster ya cuenta con un bagaje en la construcción de edificios, de modo que la probabilidad de que podamos ver esta impresionante torre alzándose sobre el Kremlin dentro de 5 años es alta.





Las estadísticas para el poyecto son absolutamente asombrosas: solamente el área de suelo empleado sería cuatro veces la del Pentágono en Washington DC. Su increíble estructura multiuso de 457 metros de altura dará cobijo a 900 apartamentos, 300 habitaciones de hotel, una escuela internacional para 500 estudiantes, cines, un teatro, un polideportivo y mucho más. También habra un aparcamiento subterráneo con 16.500 plazas. Los visitantes a la Isla de Cristal podrán disfrutar de una vista panorámica de Moscú dede los miradores, localizados a 300 metros de altitud sobre el suelo.



Y tal y como esperábamos de Foster y sus socios, este edificio (próximo a heredar el título del más grande del mundo) también incorporará un buen número de rasgos sostenibles en el esquema global del diseño. La fachada exterior responderá al sol e incluirá paneles solares que, asociados a turbinas eólicas, generarán electricidad para la enorme torre. La ventilación natural se conseguirá gracias a la incorporación de numerosos atrios ubicados estratégicamente. El ambiente interno incorporará también paneles dinámicos, capaces de permitir que la luz natural del día alcance a recintos ubicados en lo profundo de la estructura. Estos paneles podrán también controlarse para modificar la temperatura en el interior del edificio - cerrados en inviertno para no perder calor y abiertos en verano para permitir la ventilación natural. La gestión energética es parte integral de este proyecto, que tratará de abastecerse parcialmente a partir de fuentes renovables para reducir las emisiones de CO2.



Traducido de World’s Biggest Building Coming to Moscow: Crystal Island (por Karim para Inhabitat)

El MIT se pregunta ¿Qúe verían los ET en la Tierra?

Un equipo analiza el modo en que los astrónomos alienígenas estudiarían la Tierra

A medida que los astrónomos mejoran sus habilidades en investigación y hallazgo de planetas extrasolares, es natural que se pregunten si no habrá alguien al otro lado observándonos a nosotros. Ahora un equipo de científicos entre los que se incluye a un profesor del MIT y a un astrónomo español, han tratado de imaginar lo que esos ojos extraterrestres verían si nos observasen empleando tecnologías similares a las desarrolladas por los astrónomos terrestres.

Según sus análisis, entre otras cosas los ET podrían decir que la superficie de nuestro planeta se dividía en océanos y continentes y aprender un poquito sobre la dinámica de nuestros sistemas climáticos.

“Tal vez haya alguien observándonos ahora mismo, tratando de averiguar cuál es nuestro ritmo de rotación - es decir, la longitud de nuestro día”, comenta Sara Seager, profesora asociada de Física y profesora asociada de Ciencias Planetarias (ocupando la cátedra Ellen Swallow Richards) en el MT.

Seager, junto a Enric Pallé y sus colegas del Instituto de Astrofísica de Canarias en España, y Eric Ford (licenciado en ciencias 1999) de la Universidad de Florida, han realizado un detallado análisis de lo que los astrónomos (aquí y en otros mundos) podrían aprender de un planeta mediante observaciones muy distantes, empleando telescopios más potentes que los actualmente disponibles para los astrónomos terrestres. Su estudio, que acaba de publicarse en la edición online de la revista Astrophysical Journal, aparecerá en la edición impresa del próximo mes de abril.

La mayoría de los planetas descubiertos por los astrónomos más allá del sistema solar en realidad no han sido observados; sino que más bien se ha inferido indirectamente su presencia tras observar la influencia que ejercen en la órbita de sus estrellas madre. Pero incluso con los telescopios más avanzados que los astrónomos de la Tierra puedan planificar para su uso a lo largo de los próximos años, un planeta que orbite a otra estrella podría visualizarse simplemente como un único pixel - esto es, solo un punto de luz, sin más detalles que los del brillo y color. En comparación, la cámara de un sencillo teléfono móvil, toma fotos compuestas aproximadamente por un millón de pixels, es decir: un megapixel.

“El objetivo de nuestro proyecto era averiguar cuanta información se puede extraer” a partir de datos muy limitados, comentó Seager. La conclusión del equipo fue: a partir de un solo pixel y observando el modo en que varía a lo largo del tiempo, se puede obtener una gran cantidad de información.

La forma de analizar los datos que Seager y el resto de co-autores estudiaron, funcionaría para cualquier clase de mundo que tuviera continentes y cuerpos de agua en su superficie, además de nubes en su atmósfera, incluso aunque estos estuvieran compuestos por materiales diferentes en el mundo alienígena. Por ejemplo: mundos helados con mares de metano líquido (como los de la luna de Saturno Titán) o mundos muy calientes con océanos de silicatos candentes (es decir roca fundida), se mostrarían de forma similar a lo largo de las vastas distancias espaciales.

Sin embargo, el método depende de que las nubes cubran solo una parte de la superficie del planeta, independientemente de la composición del mundo a observar. De modo que Titán, cubierto por una capa perpetua de niebla, nos nos entregaría la respuesta al misterio de su clima o de su período de rotación, y lo mismo sucedería con el infernamente cálido Venus, que está completamente rodeado de nubes.

La clave, descubierta por los astrónomos tras estudiar los datos obtenidos por los satélites meteorológicos aquí en la Tierra, es que a pesar de que las nubes varíen de día en día, existen patrones globales que permanecen relativamente constantes asociados con la posición de las masas de tierra áridas o lluviosas. Detectar estos patrones repetitivos permitiría a los astrónomos distantes hacerse una idea del período de rotación del planeta, porque el brillo asociado con las nubes sobre un continente particular aparecería regularmente una vez al “día”, fuese cual fuese su longitud. Una vez que se determina la duración del día, entonces cualquier variación en ese periodo revelaría un clima cambiante, es decir: nubes en una ubicación diferente a la media.

Ningún telescopio que sea operativo en la actualidad es capaz de realizar las mediciones analizadas por Seager y su equipo. Pero los planificados telescopios Kepler de la NASA (primera imagen), cuyo lanzamiento se espera para el año 2009, podrían ser capaces de descubrir docenas de cientos de mundos similares a la Tierra. Después, la llegada de observatorios espaciales aún más avanzados y todavía en fase de planificación como el TPF de la NASA (segunda imagen), permitirían aumentar el nivel de aprendizaje de estos mundos, y averiguar más cosas sobre el clima, rotación e incluso sobre la composición de sus atmósferas, comentó Seager.

Este trabajo se financió parcialmente gracias a una beca de investigación concedida por el Programa Ramón y Cajal a Enric Pallé y gracias a otra beca de investigación en el Hubble concedida a Eric Ford por la NASA.

Autor: David Chandler para la oficina de prensa del MIT

Traducido de MIT, others ask ‘What would E.T. see?’

Acercándose a Europa

Europa, la luna de Júpiter, ha sido un tema de interés candente durante la última reunión anual de la Unión Geofísica Estadounidense, que tuvo lugar en San Francisco. Durante los últimos años, Europa ha recibido una atención renovada por parte de los científicos, ya que los nuevos datos manejados por estos han servido para ir aclarando sus suposiciones sobre esta intrigante luna.

Ahora existe un amplio consenso sobre el océano que Europa oculta bajo su cubierta helada, y los científicos comienzan a planificar nuevos experimentos diseñados para la obtención de más datos sobre este mundo extraño. Por ejemplo, un barrido por radar realizado por un orbitador podría decirles a los científicos si el hielo que cubre el océano es grueso o fino. Esto, a su vez, podría ayudar a planificar misiones futuras que pudieran descender sobre el planeta, atravesar la capa helada y alcanzar las profundidades de agua líquida.

Esta especie de aventura robótica parece aún demasiado lejana, pero no ha detenido a algunos investigadores, que ya han comenzado la planificación. Para ir haciendo boca sobre lo que supondría una aventura de este tipo os recomiendo que le echéis un vistazo a la parte final del documental de James Cameron “Aliens of the Deep” (adelantáos al minuto 5 del vídeo que os enlazo).