Si todo marcha bien, esta noche a las 4:49 de la madrugada hora española, debería de despegar desde Cabo Cañaveral el cohete que lance al espacio al telescopio Kepler, un artilugio diseñado para encontrar al primer exoplaneta de un tamaño similar al de la Tierra, orbitando a su estrella madre en las regiones Goldilocks(Ricitos de oro) o lo que es lo mismo: en las zonas habitables.
Seguramente os preguntéis qué tienen que ver las regiones habitables alrededor de una estrella con el cuento infantil Ricitos de Oro. Si recordáis el cuento, cuando la niña probaba los tres cuencos de gachas en casa de los osos, uno estaba demasiado caliente y el otro demasiado frío, pero el del osito pequeño tenía la temperatura perfecta. Eso es lo que buscan los astrónomos, regiones no demasiado frías (alejadas de su sol como pueden ser las correspondientes a Júpiter), ni demasiado calientes (demasiado cercanas a la estrella como le pasa a Mercurio) sino templadas como la que ocupa nuestro planeta. Nuestra privilegiada ubicación alrededor del sol permite que nuestro planeta cuente con agua líquida en superficie, un prerrequisito que se considera esencial para la aparición y mantenimiento de la vida tal y como la conocemos.
Por eso mismo, los aficionados a la astrobiología estamos ansiosos - desde hace ya 17 años - por que todo le vaya bien al telescopio Kepler, ya que esta misión tratará de contestar a la vieja pregunta ¿Hay otros planetas como el nuestro ahí afuera? Una duda tan antigua como el hombre que ahora podríamos estar en disposición de intentar resolver.
La misión Kepler, la primera que supuso una colaboración entre mi queridaAstroseti y la agencia espacial estadounidense, situará al telescopio detrás de la Tierra, para evitar que nuestro planeta entorpezca su visión, y una vez emplazado comenzará a observar 100.000 estrellas vecinas, durante tres años y medio, en busca de planetas.
El deseo es monitorizar estrellas de un amplio rango de variedades, desde pequeñas y frías donde los planetas deberían orbitar desde muy cerca si quieren obtener calor, a estrellas más cálidas y mayores que el sol, donde los planetas deberían mantenerse bien alejados si quieren evitar asarse a la parrilla. Kepler buscará exoplanetas explorando las pequeñas atenuaciones en el brillo de sus estrellas madre. Cada vez que un planeta orbitando a su estrella, se sitúe justamente en línea recta entre la estrella y el observatorio espacial, su masa provocará un ligero y casi imperceptible opacamiento de la luz estelar. Las potentes cámaras del telescopio Kepler, el mayor jamás enviado al espacio, podrán observar hasta el más ténue de estos parpadeos lumínicos.
Luego bastará comprobar la periodicidad de estos atenuamientos para descubrir el período orbital del planeta cuyo tránsito los provoca. La dificultad técnica de detectar a un planeta del tamaño de Júpiter cruzando frente a su estrella madre, es comparable a medir la sombra producida por el vuelo de un mosquito frente a las luces de un automovil. Así que podéis imaginaros la dificultad de encontrar a un planeta del tamaño de la Tierra… los expertos lo comparan a encontrar la sombra producida por una pulga que saltase frente a esa misma luz frontal del coche.
Si la misión quiere encontrar planetas rápidamente en las zonas habitables de sus estrellas, debería empezar por buscar alrededor de estrellas más pequeñas que nuestro sol. Esto es así porque la zona Goldilocks está más cerca en las estrellas pequeñas y los planetas que circulasen dentro de estas regiones necesitarían menos tiempo para completar una vuelta, por lo que en teoría la misión Kepler tardaría menos tiempo en encontrarlos, y de igual modo la confirmación de su existencia por parte de los grandes telescopios terrestres también sería más rápida.
Para planetas del tamaño de la Tierra orbitando estrellas del tamaño de nuestro Sol - es decir, verdaderos análogos de la Tierra - la confirmación por parte de telescopios terrestres podría tardar hasta tres años, así que habrá que ser pacientes. En fin, después de todos los años que hemos esperado para el lanzamiento de esta misión detecta Tierras (pero que no podrá observarlas directamente), creo que tres años de espera por la confirmación de la existencia de Tierra 2.0 no es demasiado pedir.
Se inicia una era maravillosa en exploración espacial. ¡Buena suerte kepler!
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