lunes, 26 de mayo de 2008

Una bolsa de habitabilidad podría bullir bajo Enceladus



[Por Phil Plait para Bad Astronomy] Hace unos pocos días escribí sobre como la sonda Cassini había atravesado columnas de agua helada en erupción, emitidas desde la superficie de la helada luna de Saturno, Enceladus. Las fotografías eran increíbles, pero puede ser que hayan sido los otros detectores los que lograran el premio gordo.
Detectaron compuestos orgánicos en las columnas.
Pero recuerda, la existencia de moléculas orgánicas no implica necesariamente la presencia de vida. Lo que la Cassini detectó fueron moléculas pesadas basadas en el carbono, incluyendo muchas que constituyen los bloques con los que se construyen los aminoácidos y otros compuestos necesarios para la vida tal y como la conocemos.
Según comenta Carlyn Porco, jefa del equipo de toma de imágenes de la Cassini:



[…] ya no tenemos duda de que los chorros que emergen de las fracturas en el polo sur contienen materiales orgánicos más pesados que el metano común – por ejemplo acetileno, cianuro de hidrógeno, formaldehído, propano, etc. – lo cual hace sin duda de las fuentes sub-superficiales donde se produce la espectacular actividad geológica de Enceladus, lugares cargados de material astrobiológico muy interesante.
Hace tiempo que sospechábamos que Enceladus, al igual que la luna de Júpiter Europa, poseía un océano sub-superficial. La propia superficie de la luna se compone principalmente de hielo de agua, lo cual es un gran indicador de que en caso de existir un océano, también portará agua. Los penachos brotan en erupción a través de las grietas en la superficie, y cuando la Cassini los atravesó, tomó muestras directamente del interior de Enceladus. Y descubrió en ellas compuestos orgánicos en una cantidad 20 veces superior a lo inicialmente pensado.


Así mismo hubo un segundo descubrimiento, las grietas estaban mucho más tibias de lo que se esperaba. Estaban a una temperatura decididamente fría de -93ºC, pero aún así son 17ºC más de lo que se pensaba. Además, dos de los penachos de agua surgen de estas regiones “templadas”.
Si unimos ambos datos, esto indica que si existe un océano bajo la superficie helada de la luna, entonces está razonablemente templado y es rico en compuesto orgánicos. No sabemos como surgió la vida en la Tierra, pero no es una suposición muy descabellada decir que tanto el grueso océano como los compuestos orgánicos estuvieron involucrados en algún momento.
Este es un hallazgo fantástico y provocador de gran interés. Los ingredientes para que la vida exista se dan en una diminuta luna orbitando alrededor del gigante anillado, y lo que es mejor, se encuentran en una olla de cocción que lleva a fuego lento durante miles de millones de años. La pregunta es ¿qué nos espera tras esa cara oculta?

Fuente Maikelnai
Traducido de Life’s cauldron may be bubbling underneath Enceladus

Un paso más cerca de la medicina ‘a medida’ para el paciente


Hace poco tiempo, la idea de tener acceso a tu propio código genético secuenciado era algo reservado solo a individuos fanáticos de la ciencia, o grandes en ego – y pudientes.
Pero una nueva técnica descrita el pasado jueves en la edición de la revista británica Nature, ha recortado el coste y tiempo en la secuenciación del genoma, lo cual supone un paso importante hacia la medicina “a medida”.
El genoma humano comprende alrededor de tres mil millones de bases de pares, los “peldaños” en la escalera del código químico de la vida.
El Proyecto Genoma Humano (HGP), un consorcio de científicos del sector público, gastó 437 millones de dólares (278 millones de euros) y necesitó 13 años para completar la primera secuenciación del genoma en el año 2003.
El consorcio empató en su carrera contra esa maravilla de la biología llamada Craig Venter, que logró desarrollar un método de secuenciación a “cámara rápida”.
Más tarde, Venter secuenció su propio genoma. Ese proyecto, que se completó el pasado mes de septiembre, costó alrededor de 100 millones de dólares (62,9 millones de euros).
La técnica (de nueva generación), empleada por el Instituto Rothberg para las investigación de enfermedades infantiles del estado de Connecticut (EE.UU.), secuenciará una muestra donada por el premio Nobel James Watson, codescubridor de la doble hélice del ADN.
Esta técnica evita el laborioso y costoso proceso de clonación de la muestra mediante bacterias, que es el fundamento en el que se basan los métodos tradicionales de secuenciación.
En su lugar, la muestra se amplifica directamente mediante un proceso llamado reacción en cadena de la polimerasa (RCP). Luego, se rompe la larga cadena de “peldaños” y se desenmaraña empleando secuenciadores paralelos, tras esto se introducen los datos en una poderosa computadora para que esta los ensamble de nuevo y los analice.
Una vez acabado, conocer el genoma de Watson habrá costado menos de un millón de dólares (629.000 euros) y el tiempo empleado en el proceso será de apenas dos meses, según se afirma en el estudio.
Este enfoque, rápido y barato, “es un hito importante en nuestra habilidad de conectar los ‘genomas personalizados’ con la ‘medicina personalizada’”, comentan sus autores.
Los biólogos trabajan duramente para descifrar el código, buscando la identificación de los genes defectuosos que puedan transferir las enfermedades hereditarias o exponer al individuo a un riesgo mayor de padecer cáncer, adicción al tabaco, obesidad o alcoholismo, por poner algunos ejemplos.
En el futuro, los científicos esperan que cada individuo pueda recibir tratamientos hechos a medida para su genoma, de este modo se maximizarían los beneficios y se minimizarían los efectos secundarios.
Traducido de A genome for everyone takes a step closer to reality

Superturbinas Selsam (aerogeneradores volantes 2)

Hace unos días os hablaba de las pruebas que Magenn Power Inc estaba realizando de sus turbinas volantes y ahora leo en Inhabitat una idea similar aunque con diferencias notables. El principio es el mismo, alcanzar los fuertes vientos que se mueven a altitudes a las que no llegan los aerogeneradores de base rígida. En este caso la empresa Selsam va un paso más allá proponiendo multiplicar el nº de las turbinas (y por tanto la potencia). Como podéis apreciar por las ilustraciones, Selsam apuesta por instalar un diseño que se incline siguiendo la dirección del viento, basándolo en una especie de boya flotante que a su vez vaya anclada al suelo oceánico. Sobre la guía, que podría ser un cable flexible (lo cual requeriría la presencia de un dirigible que elevara el conjunto), o un mástil rígido que pivotase sobre la boya, irían desplegadas varias turbinas ligeras que se orientarían de forma natural hacia el viento dominante. Los prototipos fabricados por Selsam producen 6.000 watios con vientos de 50 kilómetros por hora. Aprovechan la dirección del viento de una forma más eficiente porque las aspas no giran siempre en sentido vertical con respecto al suelo (ángulo de 90º) por lo que aseguran que cada turbina produce seis veces más electricidad que un modelo tradicional similar en tamaño.



El mayor aprovechamiento de los vientos haría que las turbinas girasen más rápido que las tradicionales, lo cual permitiría fabricar turbinas menos potentes y por lo tanto más ligeras. Además, según los fabricantes, el modelo rígido (2ª foto) solventaría el problema de las tormentas de vientos fuertes, algo que un dirigible no soportaría, puesto que al pivotar sobre la boya cono un junco, el conjunto no giraría fuera de control. Y si esto no fuera suficiente, Selsam propone una ingeniosa solución: inundar la boya con agua y sumergir el conjunto hasta que escampe.


Visto en Inhabitat

Traducido Maikelnai

Planilum, los cristales lumínicos que alumbrarán tu casa durante 20 años




Con el avance imparable de los fluorescentes y los LEDs en el mercado, las alternativas energéticamente eficientes a las bombillas incandescentes se están convirtiendo en un gran negocio. El siguiente paso en esta dirección podría nacer de un acuerdo de colaboración entre Saazs y Saint-Gobain Innovations, y se llamará Planilun, el primer “cristal cristal emisor de luz del mundo”. El grosor del Planilum es de solo 2 centímetros y está compuesto por cuatro capas de un cristal especial, un gas raro y fósforo serigrafiado – gracias a lo cual emite 500.000 horas de luz, lo que equivale a 20 años de uso normal.



Debido a su suave fulgor, las luces Planilum solo se calientan hasta una temperatura similar a la del cuerpo humano, lo que significa que no es necesario añadirle pantallas o difusores. Una vez que agoten su vida útil, se reciclan en un 90% ya que su composición es casi enteramente cristal. Por esta razón el Planilum puede integrarse en diseños lumínicos que rompan con lo tradicional. De hecho, el plan es desarrollar muebles y otros objetos domésticos que incorporen estos paneles para crear soluciones lumínicas más funcionales y atractivas. Con un poco de suerte veremos productos basados en esta tecnología dentro de pocos años. [Vía Inhabitat, vía OhGizmo]


Fuente Maikelnai

Traducido de Planilum Light Emitting Glass Can Illuminate Your Home For 20 Years