El hombre de la foto es Glen Kertz, presidente y consejero delegado de Valcent Products, y lo que parecen baterías de bolsas llenas de agua verde, ciertamente lo son, aunque el verde no lo da un tinte sino algas microscópicas.
En sus instalaciones de El Paso (Texas), Kertz, fisiólogo de plantas y empresario, hace uso de las casi 20 patentes que posee y las utiliza para extraer el potencial que las algas tienen para combatir el calentamiento global y como fuente de energía. “Somos un sistema de recolección solar gigante. Obtenemos la mayor parte de nuestra energía del sol”, comenta Kertz.
Las algas están entre las plantas de más rápido crecimiento del mundo, y casi el 50 por ciento de su peso es aceite. Ese aceite lípido se puede emplear en hacer biodiesel para coches, camiones y aviones. Las algas de las bolsas son las típicas algas de estanque, y como su propio nombre indica.. hasta hace bien poco hacía falta construir estanques para hacerlas crecer.
Sin embargo, Valcent emplea sistemas cerrados y verticales como los que se ven en la foto, donde cultivan a las algas en largas hileras de bolsas de plástico móviles. Este sistema patentado se llama Vertrigo, y es el resultado de una joint venture entre Valcent y una empresa canadiense llamada Global Green Solutions. Hasta el momento, ambas compañías llevan invertidas casi 5 millones de dólares en esta planta tejana.
“Los estanques tienen una cantidad superficial de área limitada para la absorción solar”, comenta Kertz. “Pero si creces hacia arriba puedes obtener un montón más de superficie para exponer a las algas a la luz solar. El sistema mantiene a las algas colgadas, frente a la luz del sol, el tiempo que necesitan para recoger la energía solar y realizar la fotosíntesis”. Según Kertz, con este método se pueden producir 93 millones de litros de aceite de alga al año por cada km2. Ahora compárese estas cifras con los 28.000 litros por Km2 del maíz, o los 46.700 litros por km2 de la soja.
Anteriormente el Ministerio de Energía de los EE.UU. (DOE) ya había estudiado el cultivo de algas productoras de aceite, pero se desestimó su utilidad en 1996 porque según ellos nunca podría competir con los combustibles fósiles, claro que el precio del barril de petróleo en 1996 era de 20 dólares (hoy día quintuplica ese valor). Los gobiernos también decidieron darle la espalda al sistema por la cantidad de suelo que haría falta destinar a la construcción de estanques, y los recursos necesarios para su manteminiento (por ejemplo evitar los problemas de evaporación o contaminación por otras especies de algas, y la lucha contra las inevitables criaturas voladoras y nadadoras que terminarían por invadir los estanques).
En la actualidad la científica Aga Pinowska, de Valcent, investiga que especies de algas (de entre las 65.000 conocidas, y probablemente cientos de miles pendientes de identificación) son las mayores productoras de aceite, y qué clase de aceite produce cada especie de alga. Algunas podrían ser más adecuadas para producir combustible para aviones, y otras podrían ser más eficientes produciendo aceite para camiones.
Las algas llevan ingiriéndose desde antaño, los aztecas las consumían como alimento rico en proteínas. De hecho, algunas son usadas comercialmente para fabricar una bebida saludable que se vende habitualmente como “Spirulina“.
En cuanto a su forma de reproducción, las algas difieren mucho entre si, algunas se reproducen sexualmente, y tras de forma asexual, pero otras muchas usan indistintamente ambos métodos. Algunas algas verdes pueden variar su forma de reproducción en función a los cambios en las condiciones medioambientales, tales como ausencia de humedad o nutrientes.
Según Kertz, sería inteligente colocar esta clase de granjas de algas cerca de plantas energéticas productoras de CO2, de modo que ambos sistemas se complementasen y las algas pudieran secuestrar el dióxido de carbono emitido por las factorías y emplearlo para su propio crecimiento, ya que las algas (como cualquier planta) necesitan este gas durante la fotosíntesis.
Ahora, una década después de que el gobierno de los EE.UU. diese la espalda a las algas, la situación está cambiando. El Acta de Independencia y Seguridad Energética de 2007 incluye fórmulas para la promoción del uso de algas en la elaboración de biocombustibles. Desde el Pentágono a Nueva Zelanda, tanto los diferentes gobiernos como la empresa privada, se están lanzando a la exploración del uso de las algas para producir combustibles.
Resumido de Algae: ‘The ultimate in renewable energy’
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